lunes, 2 de junio de 2008
Historias
jueves, 29 de mayo de 2008
y vivieron felices hasta su muerte!!!
Los cuentos que en algún leímos o nos leyeron de pequeños y que despúes vimos en peliculas de Walt Disney no siempre fueron de color rosa. Conoce mas de estas historias como realmente fueron contadas.
-El lobo, disfrazado de abuelita, le responde:
-Revisa esa taza, debe haber algo de vino.
-Abuelita, este vino está muy rojo.
-Calla y bébelo, es la sangre de tu abuela.
-¿Cómo dices?
-Sólo bébelo y calla.
Luego caperucita dice:
-Abuelita, tengo sueño.
A lo que la fiera responde:
-Quítate las ropas y ven a acostarte aquí conmigo.
El lobo, relamiéndose, le dice:
-No te preocupes, niña, puedes hacer pipí aquí en la cama.
Caperucita insiste y aprovecha la oportunidad para escapar.
Cabe destacar que el verdadero peligro comienza cuando Caperucita se mete en la cama con el lobo. Este cuento estaba destinado a las jovencitas que comenzaban a convertirse en mujeres. Pero en las versiones más antiguas (como la francesa) Caperucita no es castigada por esto, sino que engañando al lobo logra escapar de él, es decir, sobrevive utilizando su propia astucia
En la versión original, la malvada madrastra de Blancanieves es obligada a bailar, durante la boda de su hijastra con el príncipe encantado, con unas sandalias muy particulares, en lo que sería una especie de macabro regalo de bodas para la princesa.
-Espejo, mi fiel espejo,
-que cuelgas en la pared,
-la más hermosa del reino,
-¿puedes decirme quién es?
-Y el espejo le contestó:
-Eres, mi señora, hermosa en verdad
-pero en el palacio del país vecino
-la joven esposa lo es mil veces más.
La malvada reina soltó una maldición, y sintió tanto desasosiego, tanto, que no sabía que hacer. Al principio, pensó que no quería ir a la boda, pero no pudo resistir la curiosidad: tenía que asistir y ver a la joven reina.
Y cuando llegó al palacio, reconoció a Blancanieves, y fueron tan grandes su terror y desconcierto que quedó petrificada, incapaz de hacer un solo movimiento. Pero habían metido ya en el fuego unos zapatos de hierro y los trajeron con unas tenazas y se los pusieron. Y la reina tuvo que andar y bailar con los zapatos al rojo vivo, hasta que cayó muerta.
Otro de los grandes protagonistas de la literatura infantil es el Pinocho de Carlo Collodi, un muñeco de madera que se transforma en un ser de carne y hueso, como símbolo de la evolución hacia la toma de conciencia por parte del niño.
Después de una desesperada carrera de casi dos horas, llegó jadeante a la puerta de la casita y llamó.
No contestó nadie.
Volvió a llamar con violencia, pues oía acercarse el rumor de los pasos y la afanosa respiración de sus perseguidores.
El mismo silencio.
Advirtiendo que el llamar no servía de nada, empezó, en su desesperación, a dar patadas y cabezadas a la puerta. Entonces se asomó a la ventana una hermosa joven de cabellos azules y rostro blanco como una figura de cera, con los ojos cerrados y las manos cruzadas sobre el pecho, la cual, sin mover los labios, dijo con una vocecita que parecía llegar del otro mundo:
-En esta casa no hay nadie. Están todos muertos.
-¡Ábreme tú, por lo menos! -gritó Pinocho, llorando y suplicando.
-Yo también estoy muerta.
-¿Muerta? Y entonces, ¿qué haces en la ventana?
-Espero el ataúd que vendrá a llevarme
-Si después de mi muerte quieres volver a casarte, no elijas como esposa a ninguna mujer que no sea tan hermosa como yo y que no tenga unos cabellos de oro como los míos. Tienes que prometérmelo.
Y, en cuanto se lo hubo prometido, la reina cerró los ojos y murió.
-Quiero casarme con mi hija, porque es el exacto retrato de mi esposa muerta, y no encontraré en ningún lugar una novia como ella.
jueves, 22 de mayo de 2008
No trates otros como no desearías que te traten a ti"
En algunos países del ASIA, se come Cerebro de Mono Vivo. Es tan cruel como real, en una entrevista a Xavier Domingo (gastronomo), el comenta : "En un restaurante de Saigón me sirvieron un mono vivo. Estaba sentadito, los atan en una sillita, los decapitan y entonces te ponen una serie de salsas, y con una cucharita vas comiendo los sesos del mono y untando las salsas
miércoles, 7 de mayo de 2008
Dagon
Uff!!! ya tenía un buen sin poner algo, pero salí de viaje y no pensé mucho en postear algo,
El siguiente texto es de mi autor favorito Lovecraft, considerado por muchos como el gran maestro del horror sobrenatural, quien aportó al genero de terror todo un mundo de monstruos venidos del espacio, grandes dioses oscuros que habitan en el fondo del mar o de la tierra, que algun dia terminarian con la indefensa humanidad, Lovecraft murió en el más completo anonimato, sin haber visto editado en vida un volumen de sus narraciones, pero he aquí un cuento muy bueno.
Fue en una de las zonas más abiertas y menos frecuentadas del anchuroso Pacífico donde el paquebote en el que iba yo de sobrecargo cayó apresado por un corsario alemán. La gran guerra estaba entonces en sus comienzos, y las fuerzas oceánicas de los hunos aún no se habían hundido en su degradación posterior; así que nuestro buque fue capturado legalmente, y nuestra tripulación tratada con toda la deferencia y consideración debidas a unos prisioneros navales. En efecto, tan liberal era la disciplina de nuestros opresores, que cinco días más tarde conseguí escaparme en un pequeño bote, con agua y provisiones para bastante tiempo.
Cuando al fin me encontré libre y a la deriva, tenía muy poca idea de cuál era mi situación. Navegante poco experto, sólo sabía calcular de manera muy vaga, por el sol y las estrellas, que estaba algo al sur del ecuador. No sabía en absoluto en qué longitud, y no se divisaba isla ni costa algunas. El tiempo se mantenía bueno, y durante incontables días navegué sin rumbo bajo un sol abrasador, con la esperanza de que pasara algún barco, o de que me arrojaran las olas a alguna región habitable. Pero no aparecían ni barcos ni tierra, y empecé a desesperar en mi soledad, en medio de aquella ondulante e ininterrumpida inmensidad azul.
El cambio ocurrió mientras dormía. Nunca llegaré a conocer los pormenores; porque mi sueño, aunque poblado de pesadillas, fue ininterrumpido. Cuando desperté finalmente, descubrí que me encontraba medio succionado en una especie de lodazal viscoso y negruzco que se extendía a mi alrededor, con monótonas ondulaciones hasta donde alcanzaba la vista, en el cual se había adentrado mi bote cierto trecho.
Aunque cabe suponer que mi primera reacción fuera de perplejidad ante una transformación del paisaje tan prodigiosa e inesperada, en realidad sentí más horror que asombro; pues había en la atmósfera y en la superficie putrefacta una calidad siniestra que me heló el corazón. La zona estaba corrompida de peces descompuestos y otros animales menos identificables que se veían emerger en el cieno de la interminable llanura. Quizá no deba esperar transmitir con meras palabras la indecible repugnancia que puede reinar en el absoluto silencio y la estéril inmensidad. Nada alcanzaba a oírse; nada había a la vista, salvo una vasta extensión de légamo negruzco; si bien la absoluta quietud y la uniformidad del paisaje me producían un terror nauseabundo.
El sol ardía en un cielo que me parecía casi negro por la cruel ausencia de nubes; era como si reflejase la ciénaga tenebrosa que tenía bajo mis pies. Al meterme en el bote encallado, me di cuenta de que sólo una posibilidad podía explicar mi situación. Merced a una conmoción volcánica el fondo oceánico había emergido a la superficie, sacando a la luz regiones que durante millones de años habían estado ocultas bajo insondables profundidades de agua. Tan grande era la extensión de esta nueva tierra emergida debajo de mí, que no lograba percibir el más leve rumor de oleaje, por mucho que aguzaba el oído. Tampoco había aves marinas que se alimentaran de aquellos peces muertos.
Durante varias horas estuve pensando y meditando sentado en el bote, que se apoyaba sobre un costado y proporcionaba un poco de sombra al desplazarse el sol en el cielo. A medida que el día avanzaba, el suelo iba perdiendo pegajosidad, por lo que en poco tiempo estaría bastante seco para poderlo recorrer fácilmente. Dormí poco esa noche, y al día siguiente me preparé una provisión de agua y comida, a fin de emprender la marcha en busca del desaparecido mar, y de un posible rescate.
A la mañana del tercer día comprobé que el suelo estaba bastante seco para andar por él con comodidad. El hedor a pescado era insoportable; pero me tenían preocupado cosas más graves para que me molestase este desagradable inconveniente, y me puse en marcha hacia una meta desconocida. Durante todo el día caminé constantemente en dirección oeste guiado por una lejana colina que descollaba por encima de las demás elevaciones del ondulado desierto. Acampé esa noche, y al día siguiente proseguí la marcha hacia la colina, aunque parecía escasamente más cerca que la primera vez que la descubrí. Al atardecer del cuarto día llegué al pie de dicha elevación, que resultó ser mucho más alta de lo que me había parecido de lejos; tenía un valle delante que hacía más pronunciado el relieve respecto del resto de la superficie. Demasiado cansado para emprender el ascenso, dormí a la sombra de la colina.
No sé por qué, mis sueños fueron extravagantes esa noche; pero antes que la luna menguante, fantásticamente gibosa, hubiese subido muy alto por el este de la llanura, me desperté cubierto de un sudor frío, decidido a no dormir más. Las visiones que había tenido eran excesivas para soportarlas otra vez. A la luz de la luna comprendí lo imprudente que había sido al viajar de día. Sin el sol abrasador, la marcha me habría resultado menos fatigosa; de hecho, me sentí de nuevo lo bastante fuerte como para acometer el ascenso que por la tarde no había sido capaz de emprender. Recogí mis cosas e inicié la subida a la cresta de la elevación.
Ya he dicho que la ininterrumpida monotonía de la ondulada llanura era fuente de un vago horror para mí; pero creo que mi horror aumentó cuando llegué a lo alto del monte y vi, al otro lado, una inmensa sima o cañón, cuya oscura concavidad aún no iluminaba la luna. Me pareció que me encontraba en el borde del mundo, escrutando desde el mismo canto hacia un caos insondable de noche eterna. En mi terror se mezclaban extraños recuerdos del Paraíso perdido, y la espantosa ascensión de Satanás a través de remotas regiones de tinieblas.
Al elevarse más la luna en el cielo, empecé a observar que las laderas del valle no eran tan completamente perpendiculares como había imaginado. La roca formaba cornisas y salientes que proporcionaban apoyos relativamente cómodos para el descenso; y a partir de unos centenares de pies, el declive se hacía más gradual. Movido por un impulso que no me es posible analizar con precisión, bajé trabajosamente por las rocas, hasta el declive más suave, sin dejar de mirar hacia las profundidades estigias donde aún no había penetrado la luz.
De repente, me llamó la atención un objeto singular que había en la ladera opuesta, el cual se erguía enhiesto como a un centenar de yardas de donde estaba yo; objeto que brilló con un resplandor blanquecino al recibir de pronto los primeros rayos de la luna ascendente. No tardé en comprobar que era tan sólo una piedra gigantesca; pero tuve la clara impresión de que su posición y su contorno no eran enteramente obra de la Naturaleza. Un examen más detenido me llenó de sensaciones imposibles de expresar; pues pese a su enorme magnitud, y su situación en un abismo abierto en el fondo del mar cuando el mundo era joven, me di cuenta, sin posibilidad de duda, de que el extraño objeto era un monolito perfectamente tallado, cuya imponente masa había conocido el arte y quizá el culto de criaturas vivas y pensantes.
Confuso y asustado, aunque no sin cierta emoción de científico o de arqueólogo, examiné mis alrededores con atención. La luna, ahora casi en su cenit, asomaba espectral y vívida por encima de los gigantescos peldaños que rodeaban el abismo, y reveló un ancho curso de agua que discurría por el fondo formando meandros, perdiéndose en ambas direcciones, y casi lamiéndome los pies donde me había detenido. Al otro lado del abismo, las pequeñas olas bañaban la base del ciclópeo monolito, en cuya superficie podía distinguir ahora inscripciones y toscos relieves. La escritura pertenecía a un sistema de jeroglíficos desconocido para mí, distinto de cuantos yo había visto en los libros, y consistente en su mayor parte en símbolos acuáticos esquematizados tales como peces, anguilas, pulpos, crustáceos, moluscos, ballenas y demás. Algunos de los caracteres representaban evidentemente seres marinos desconocidos para el mundo moderno, pero cuyos cuerpos en descomposición había visto yo en la llanura surgida del océano.
Sin embargo, fueron los relieves los que más me fascinaron. Claramente visibles al otro lado del curso de agua, a causa de sus enormes proporciones, había una serie de bajorrelieves cuyos temas habrían despertado la envidia de un Doré. Creo que estos seres pretendían representar hombres... al menos, cierta clase de hombres; aunque aparecían retozando como peces en las aguas de alguna gruta marina, o rindiendo homenaje a algún monumento monolítico, bajo el agua también. No me atrevo a descubrir con detalle sus rostros y sus cuerpos, ya que el mero recuerdo me produce vahídos. Más grotescos de lo que podría concebir la imaginación de un Poe o de un Bulwer, eran detestablemente humanos en general, a pesar de sus manos y pies palmeados, sus labios espantosamente anchos y fláccidos, sus ojos abultados y vidriosos, y demás rasgos de recuerdo menos agradable. Curiosamente, parecían cincelados sin la debida proporción con los escenarios que servían de fondo, ya que uno de los seres estaba en actitud de matar una ballena de tamaño ligeramente mayor que él. Observé, como digo, sus formas grotescas y sus extrañas dimensiones; pero un momento después decidí que se trataba de dioses imaginarios de alguna tribu pescadora o marinera; de una tribu cuyos últimos descendientes debieron de perecer antes que naciera el primer antepasado del hombre de Piltdown o de Neanderthal. Aterrado ante esta visión inesperada y fugaz de un pasado que rebasaba la concepción del más atrevido antropólogo, me quedé pensativo, mientras la luna bañaba con misterioso resplandor el silencioso canal que tenía ante mí.
Entonces, de repente, lo vi. Tras una leve agitación que delataba su ascensión a la superficie, la entidad surgió a la vista sobre las aguas oscuras. Inmenso, repugnante, aquella especie de Polifemo saltó hacia el monolito como un monstruo formidable y pesadillesco, y lo rodeó con sus brazos enormes y escamosos, al tiempo que inclinaba la cabeza y profería ciertos gritos acompasados. Creo que enloquecí entonces.
No recuerdo muy bien los detalles de mi frenética subida por la ladera y el acantilado, ni de mi delirante regreso al bote varado... Creo que canté mucho, y que reí insensatamente cuando no podía cantar. Tengo el vago recuerdo de una tormenta, poco después de llegar al bote; en todo caso, sé que oí el estampido de los truenos y demás ruidos que la Naturaleza profiere en sus momentos de mayor irritación.
Cuando salí de las sombras, estaba en un hospital de San Francisco; me había llevado allí el capitán del barco norteamericano que había recogido mi bote en medio del océano. Hablé de muchas cosas en mis delirios, pero averigüé que nadie había hecho caso de las palabras. Los que me habían rescatado no sabían nada sobre la aparición de una zona de fondo oceánico en medio del Pacífico, y no juzgué necesario insistir en algo que sabía que no iban a creer. Un día fui a ver a un famoso etnólogo, y lo divertí haciéndole extrañas preguntas sobre la antigua leyenda filistea en torno a Dagón, el Dios-Pez; pero en seguida me di cuenta de que era un hombre irremediablemente convencional, y dejé de preguntar.
Es de noche, especialmente cuando la luna se vuelve gibosa y menguante, cuando veo a ese ser. He intentado olvidarlo con la morfina, pero la droga sólo me proporciona una cesación transitoria, y me ha atrapado en sus garras, convirtiéndome irremisiblemente en su esclavo. Así que voy a poner fin a todo esto, ahora que he contado lo ocurrido para información o diversión desdeñosa de mis semejantes. Muchas veces me pregunto si no será una fantasmagoría, un producto de la fiebre que sufrí en el bote a causa de la insolación, cuando escapé del barco de guerra alemán. Me lo pregunto muchas veces; pero siempre se me aparece, en respuesta, una visión monstruosamente vívida. No puedo pensar en las profundidades del mar sin estremecerme ante las espantosas entidades que quizá en este instante se arrastran y se agitan en su lecho fangoso, adorando a sus antiguos ídolos de piedra y esculpiendo sus propias imágenes detestables en obeliscos submarinos de mojado granito. Pienso en el día que emerjan de las olas, y se lleven entre sus garras de vapor humeantes a los endebles restos de una humanidad exhausta por la guerra... en el día en que se hunda la tierra, y emerja el fondo del océano en medio del universal pandemonio.
Se acerca el fin. Oigo ruido en la puerta, como si forcejeara en ella un cuerpo inmenso y resbaladizo. No me encontrará. ¡Dios mío, esa mano! ¡La ventana! ¡La ventana!
lunes, 21 de abril de 2008
Especies amenazadas y en peligro
no es el odio, sino la indiferencia: esa es la esencia de la inhumanidad."
George Bernard Shaw
La extinción no constituye una novedad. Desde que la vida apareció sobre la tierra, hace unos 3.000.000.000 de años, los animales han vivido y muerto. Los dinosaurios reinaron en el mundo millones de años y luego se extinguieron. Nadie conoce realmente el motivo ni la forma en que esto ocurrió. La extinción forma parte del proceso de evolución. Los animales logran adaptarse o no a los cambios que se producen en su ambiente. El precio del fracaso es la extinción. En los últimos tiempos, el hombre, se convirtió en una enorme amenaza para los animales, debido a que muchos de los animales en peligro han desaparecido porque destruimos su hábitat natural de vida e incluso hasta los matamos. a continuacion algunos de ellos.
Jerbo de orejas largas
Lori esbelto , cubierto por un pelaje en la espalda de color gris oscuro a castaño rojizo con una franja clara corriéndole en el centro de la espalda. El vientre y el hocico son blancuzcos. Algunos autores dicen que no demuestra miedo. Cuando es atrapado rara vez muerde. Cuando en una jaula un perro viene y le ladra, el Lori Esbelto se acerca a las barras de la jaula donde está el perro y le gruñe.De acuerdo a Nekaris ( 2002 ) en la alimentación se incluyen insectos tóxicos. Se estima que el Lori Esbelto se protege aplicándose su propia orina en la piel y el pelaje. Terminando comiéndose al insecto, tóxico o no. Sus enormes ojos le permiten una extraordinaria visión nocturna. Habita en Sri Lanka, pero está desapareciendo por la destrucción de su hábitat y la caza, ya que sus lágrimas se emplean en la medicina tradicional.
Musaraña elefante de trompa dorada Con su larga trompa atrapa insectos y pequeños invertebrados. Es endémico de Kenia, donde vive en los matorrales de la costa. Está emparentado con el elefante, según los científicos.
Solenodonte haitiano
Tilacino o tigre de tasmania Era el carnívoro marsupial más grande del planeta y el último representante de esta especie. El último tilacino fue filmado y fotografiado con vida en el año 1933, mientras deambulaba en el interior de su jaula en el zoo de Hobart, en Tasmania. Tres años después, este último ejemplar moriría por un despiste de sus cuidadores: olvidaron cerrar la jaula en que dormía y el animal murió de frío (vaya descuido). Las últimas imágenes del tilacino, mudas y enigmáticas, nos muestran un animal que parece sacado de un relato fantástico La persecución humana lo llevó a la extinción en
Delfín del río Yangtzé Es el cetáceo más raro del mundo y endémico del río chino que lleva su nombre. Casi ciego y de aleta blanca. Durante 2007 se realizaron varias expediciones científicas por el río y no se avistó ningún ejemplar, por lo que se cree extinguido, aunque las autoridades chinas no lo han confirmado. Sería el primer cetáceo que desaparece por la actividad del hombre.
Hipopótamo enano Quedan 3.000 ejemplares en el oeste africano, y sus poblaciones decrecen por la pérdida de hábitat y la invasión del hombre. Se alimenta en tierra y duerme en zonas húmedas. Segrega una mucosa que lo hace impermeable.
El caballito de mar de cola de tigre clasificado como Vulnerable, es blanco de pescadores por el beneficio importante que esta especie ofrece para uso medicinal y acuarios. La especie es también capturada por pesca incidental en otras pesquerías y su hábitat está en proceso de degradación. Está además entre los caballitos de mar de mayor comercio, especialmente para uso ornamental. Sus poblaciones han decrecido en todas sus áreas de distribución.
El Chiropotes satanas
El Sapo Dorado o Sapo de Monteverde
El jaguar es el felino más grande de América y el tercero en el mundo (después del león y el tigre), es también el único representante del género Panthera encontrado en este continente, habita desde lugares casi desérticos como el Desierto de Arizona o el altiplano mexicano hasta selvas tropicales como el Amazonas.En México esta especie se distribuye desde las selvas tropicales del sureste de México, hasta el Río Bravo en el Golfo y en la Sierra Madre Occidental de la costa del Pacífico, hasta los límites con Belice y Guatemala.
En la actualidad, el jaguar se encuentra en peligro de extinción, es decir, el número de ejemplares ha disminuido de manera drástica con el riesgo de que desaparezca por completo de la Tierra, por ello está prohibida la caza, captura, transporte, posesión y comercio del jaguar, o de productos y subproductos de esta especie en todo el territorio nacional.
Y como muchos ya sabrán durante muchos años la matanza de focas ha permanecido casi oculta al mundo, pero la llegada de Internet, sobre todo, trae a nuestras retinas esta vergonzosa realidad cada primavera. En el año 2001, un equipo independiente de veterinarios vigiló la matanza de focas de Canadá. Su informe fue horroroso: concluyó que en el 42% de los casos, la foca no presentaba evidencias de daño craneal suficiente no ya para estar muerta, sino ni siquiera insconsciente, en el momento de despellejarla. Mientras miles de animales se extinguen, en otros sitios los matan porque según existe una sobrepoblación y pone en peligro la producción de bacalao, cuando en relidad se le caza por su piel, Vaya estupidez!!!
Cuando el último animal representativo de una especie desaparece, se acaba con él toda una historia. Sólo siendo conscientes y respetando la evolución normal de los ecosistemas y de todos los seres que habitamos el planeta, lograremos el equilibrio que necesitamos para evitar nuestra autodestrucción.